Primero el hombre intervino en mi territorio fabricando un camino. En esa frontera fué atropellada mi compañera; Me sobrepuse a soledades y ausencias, intentando superar un destino incierto.Pero la maquiavelica mano del hombre me impuso otra barrera: el cemento. Desapareció todo atisbo de vida, árboles, plantas y amigos, y en toda esa vorágine destructiva un día comprobé que ya no había luz en mis ojos, ni latido en mi corazón. De pronto se hizo la noche y entendí que nunca más volvería a ver el sol; la muerte embargó mi silencio.
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