En los recónditos mares de sal y espejuelo donde el tiempo parece detenerse y la vida transcurre ausente de sueños, todavía se puede degustar el sabor del silencio; aquí en medio de la quietud, inmersos en una soledad resignada, el hocico de las bestias es el único capaz de captar los aromas de la ausencia.
Imagen tomada en las inmediaciones del Cortijo Ros (Galera).
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