Así cómo los monumentos se olvidan, también las fotos se las lleva a rastras, como las hojas de otoño, ese viento arrebatador que se llevó a los que posaban para ellas y que ahora cubrimos de nombres y de losas.
Estas fotos que nos hablan de un tiempo pasado, viven y palpitan en ese tumulto de recuerdos, que solo abandonamos al parpadeo de los ojos, que ojalá no se coma jamás la tierra.
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