miércoles, 3 de febrero de 2010

LA QUEMAZÓN DE LA VERGUENZA


Es evidente que sus pensamientos no son los nuestros y que sólo nos comunicamos a través del huye o muere. No obstante cuando cruzo la mirada con este pequeño conejo de campo, experimento en mi interior el poder de su melancolia y, a continuación, la quemazón de la verguenza.
Hablamos como iguales pero el lenguaje es distinto. Detrás de esa mirada apagada por el sufrimiento, se percibe el escrutinio de un animal que me analiza, conocedor que mi especie no es de fiar. A pesar de que en mis manos no llevo nada más letal que mi cámara, otro como yo, sin mas miramientos que su estupido ego, le ha arrebatado su momento más dulce.
No puedo responder por esos pecados, sólo puedo asumir los mios, pero maldigo a los que matan solo por el placer de matar.
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