· “La esencia y la belleza de las cosas reside en su carácter perecedero”, dijo E. M. Cioran.
Tenía razón.
El universo es una perversa inmensidad hecha de ausencia. Uno no está en casi ninguna parte.
La juventud es la edad de los sacrificios desinteresados, de la ausencia de egoísmo, de los excesos superfluos.
Llega un momento en el que te haces inmune a la voz de tu madre. Es normal, se llama supervivencia.
Lorenzo Silva