martes, 20 de mayo de 2008

ASTRAGALUS


Recuerdo con ilusión, cuando niño, la visita obligada al campo todos los fines de semana con la familia. Domingos con sabor y olor a tierra pujante, a campo y a flores. Era un universo impaciente por descubrirse. Hoy en día, nuestra obcecada devoción por el progreso nos ha llevado a crear hangares comerciales de luz aséptica; centros lúdicos y de esparcimiento que convencen a los más jóvenes hacia una vida más fácil y gregaria, donde casi todo está inventando.
La imagen del astragalus me actualiza en la memoria, aquellas tardes de aventuras, de conocimientos y de experiencias que me ayudaban a crecer y me infundían un coraje parecido a la felicidad.

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