martes, 27 de abril de 2010

Acta de Defunción


Cuando vuelvo a mi cueva, después de un paseo por lo que queda de lo que fue, vuelvo a lo que no he dejado de ser, un hombre de campo.
Trato de recoger los despojos, desde el lenguaje a las costumbres, de la vida tal y como era; un mundo rural desamparado pero a la vez solidario, donde los niños éramos como gatos, ajenos al mundo de los adultos, viviendo en un primitivismo salvaje e inocente, sin comodidades pero felices.
Mi aldea se muere, ya no quedan niños y aunque mi corazón late, no contempla alegría para recuperar la vida.
Es verdad que al final de nuestro camino, se idealiza la infancia, pues al fin y al cabo la vida es lo que se recuerda para contarlo. Con la edad se tiene más necesidad de volver a los orígenes como un impulso interno y un desahogo espiritual.
Esta tarde he oído hablar de futuro, de promesas, de desarrollo: los poderosos pretenden cambiar dinero por salud, quieren montar una planta de reciclaje de residuos peligrosos; aquí donde nadie protesta, donde casi nadie sueña, donde nadie puede decir nada, porque casi no hay nadie.
Fernando Lázaro Carreter decía que nuestras palabras son nuestro pensamiento: Hoy levanto acta de defunción de nuestra querida comarca de Huéscar.

1 comentario:

  1. Estimado Pedro: la foto del lugareño con un haz de ramas de olivo me recuerda a otras que he visto de lugares más remotos, donde el tiempo parece haberse anclado en un pasado indefinido y ausente. La imagen, es fantástica, pero el texto, debido a lo cercano a tu vida, simplemente es desolador. Un abrazo.

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