viernes, 8 de octubre de 2010

Juviles, un museo al aire libre.

De niño son las fotos las que primero le hacen entender a uno que el tiempo posee una extensa dimensión del pasado; que las caras y las edades no son permanentes, que hubo en el mundo antes personas que vivieron y murieron en la misma tierra que pisamos.
Ese sentimiento florece poderosamente en mí, cada vez que contemplo una casa moribunda, testimonio arquitectónico privilegiado en el espacio de muchas generaciones, o cuando descubro un cementerio, donde una triste foto y un escueto texto resume nuestro fugaz paso por el mundo.
En Juviles, (Granada), descubrí la esencia de lo que hablo, un pueblo y unas gentes repletas de historia, que viven con humildad, atados a su tierra y a sus costumbres, orgullosos de lo que tienen, de lo que hacen y de lo que son.
Volveré pronto a Juviles, a encontrarme de nuevo con esa componente sentimental que tanto echo de menos en la moribunda cotidianeidad del día a día.





“la semilla no da fruto si antes no se hunde en la tierra y muere”.





cementerio de Juviles



enterramientos mirando a la Contraviesa


torre de la Iglesia de Juviles





detalle casa




castaños de juviles




vista de Juviles camino a Nieles






casa de Juviles

1 comentario:

  1. Pasé por Juviles en julio del año pasado, en un fin de semana, quedándome en Cástaras. Como bien dices en tu anterior entrada de Narila, Ildefonso Falcones narra de forma magistral en "La Mano de Fátima" la rebelión morisca y la posterior masacre. No pude evitar acordarme del libro y de los avatares de los pueblos, de la lucha por sus derechos y por la supervivencia. Desconocemos que en cualquier solar hay miles de historias que contar.
    Magníficamente tratada tu crónica. Espero que sigas con la saga. Un abrazo.

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