· Rodeados de vida, de voces, de sonidos nuevos, los lugares abandonados en el corazón de nuestras ciudades remedan cajas de silencio y de decadente tranquilidad. Irónicamente la paz más absoluta se ha apoderado de ellos y ese sordo apaciguamiento recrea en nuestra imaginación la falsa eternidad de aquellas cosas que parecen quedar al margen del tiempo.
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